El T-MEC funcionó para el agro pero no para la industria automotriz, adelanta Greer
Estados Unidos ya no mira el T-MEC como una relación integrada con México y Canadá, sino como dos vínculos distintos, y el acuerdo está abierto a cambios profundos, incluida una renegociación o incluso su abandono. Así lo definió Jamieson Greer, el representante comercial de Estados Unidos, entrevistado por Greg Ip, comentarista económico jefe de The Wall Street Journal en un evento de la Atlantic Council.
“Nuestra relación económica con Canadá es muy diferente a la que tenemos con México. La situación laboral es diferente. El perfil de importación y exportación es diferente. El estado de derecho es diferente”, aseguró “Mi impresión es que, de ahora en adelante, ya estamos negociando con ellos por separado”, remató.
Greer admitió no haber tenido este año una reunión conjunta con Canadá y México en una sala a hablar del T-MEC, aunque si se conocen públicamente negociaciones bilaterales con los países.
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Sobre el futuro del acuerdo, recordó que la cláusula de revisión fue creada para permitir cambios de fondo. “¿Se podría abandonar? Sí. ¿Se podría revisar? Sí. ¿Se podría renegociar? Sí. Ese es el propósito de esa cláusula. Y todas esas cosas están sobre la mesa”. También aclaró que cualquier cambio que implique modificar leyes estadounidenses deberá pasar por el Congreso, con el que, aseguró, el diálogo ya es constante.
Greer, que también fue negociador en 2018 durante el gobierno de Donald Trump, explicó que la prioridad fue para los productores agropecuario: “Nos centramos bastante en asegurar y mejorar el acceso a la agricultura, porque creo que muchos de nuestros productores agrícolas son grandes beneficiarios de la economía norteamericana”. En cambio, dijo que el sector automotriz fue más problemático, porque gran parte de la producción se desplazó a México y Canadá.
Sobre ese proceso, cuestionó la promesa original del TLCAN. “Mucha gente dirá: Bueno, ese era el objetivo; queríamos tener una manufactura con salarios más bajos en México. Pero si analizamos la historia, la narrativa en torno al TLCAN era: Bueno, en realidad va a aumentar los salarios en México; vamos a exportar más porque nos van a comprar más. Así que resultó bastante diferente a como se vendió”.
A partir de ese diagnóstico, Greer explicó por qué Estados Unidos impulsó cambios en las reglas de origen, que definen qué porcentaje de un producto debe fabricarse en la región para recibir trato preferencial. Al endurecerlas, Washington buscó que una mayor parte de los autos y sus componentes se produzcan en América del Norte y, en particular, en Estados Unidos.
El problema, según Greer, es que el arancel estadounidense para autos importados fuera de acuerdos es muy bajo, del 2,5%, lo que deja poco margen para usarlo como incentivo. En las camionetas, en cambio, el arancel es del 25%, lo que favorece que se fabriquen dentro de Estados Unidos.
Dijo que ese límite se compensó parcialmente con la aplicación de la Sección 232 a los automóviles y agregó: “De cara al futuro con el T-MEC, debemos analizar las normas de origen no relacionadas con los automóviles para adoptar un enfoque similar. Especialmente ahora que contamos con la superposición arancelaria recíproca de la Sección 232, creo que tenemos más incentivos para generar más contenido estadounidense y norteamericano”.
